Nace en España el 10 de Enero de 1932. Ingresa en la Hermandad de Sacerdotes Operarios el 8 de Septiembre de 1958, habiendo sido ordenado en la Pascua de Resurrección de 1957. Llega a Venezuela el 1º de Octubre de 1965, a Petare, como párroco de la Iglesia Sagrado Corazón de Jesús.
El P. Francisco Ignacio Alfaraz llegó a Venezuela lleno de ilusiones, proyectos y retos En España formó parte de un grupo de amigos, sacerdotes jóvenes, que irradió esa misma experiencia de amistad. Crearon el SIEMPRE AMIGOS. Los jóvenes, los sueños de esos jóvenes, los encuentros, campamentos y el reto de todo apóstol misionero:”Echa las redes mar adentro” Paco es el corazón de ese grupo de jóvenes sacerdotes operarios. Después de esa experiencia apostólica, el más allá, el mar adentro no puede ser otro que la vocación misionera. El día 1 de Octubre de 1965 llega a Venezuela. Latinoamérica está en plena efervescencia. El Concilio Vat.II se está celebrando y a las puertas está Medellín: el pecado estructural, la brecha entre pobres y ricos está matando al Continente. Era yo estudiante cuando “conocí” Petare. La referencia venía de los compañeros del equipo directivo que nos contaban sus viajes a Venezuela donde “teníamos una parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Petare, con tantos barrios y tan peligros que ni la policía podía entrar. Sólo el operario de la parroquia subía y bajaba los cerros.” El operario era PACO, primer párroco que durante 15 años fue viviendo el camino del misionero. La consolidación de grupos amigos, de parejas, el trabajo de catequistas, el acompañamiento a los grupos juveniles, la educación musical en el coro y la coral y levantar el templo parroquial fueron sus opciones más importantes. Acompañó al grupo de religiosas Esclavas de Cristo Rey que trabajaban en Fe y Alegría. Sobre todo fue sacerdote en medio de un pueblo golpeado por la pobreza, el abandono, la miseria. El sacerdote era la única persona a quien este pueblo se podía acercar.
En el año 1980 Paco, infartado, llega a San Buenaventura de San Félix. El cambio de parroquia ha rejuvenecido al sacerdote y en Guayana vivirá nuevos retos y reclamos en los que se implica.
Le gustó Guayana, su zona, su gente, la amplitud de su tierra; árboles inmensos, ríos, esplendor que tiene esta tierra. No falla su caminata diaria y sigue manifestándose como el sacerdote catequista. Para los niños tiene un trato especial y de nuevo reúne un gran equipo de jóvenes que cantan y escenifican sus propios procesos de vida.
Después de estos 19 años de permanencia en Guayana la mejor definición del P. Alfaraz es que fue un sacerdote, servidor fiel, hombre de Iglesia. Vicario General con los dos últimos obispos. Francisco ha conocido de cerca los procesos de la mayoría de los sacerdotes jóvenes: ordenaciones, tiempo de pastoral, destinos, crisis, enfermedades, abandonos. Desde la Vicaría ha participado en la creación renuevas parroquias, debido a la confianza y a su fidelidad en los momentos más dolorosos de la diócesis.
Todos los jueves y viernes en la mañana los pasaba en el colegio Fátima, escuchando a colegiales, confesando y animando a jóvenes. Miles de jóvenes a los largo de estos 19 años. Muchos de estos jóvenes recuerdan con entusiasmo las Vigilias del Fuego y del Espíritu Santo. La luz en medio del silencio, la voz en el corazón y el espíritu que llena el alma. En los encuentros de jóvenes de parroquias de operarios coincidimos en varios de ellos. Acompañé a Paco en La Mata (Edo. Miranda) cuando presentaba la canción para el estreno y la oración. Es la celebración de la Pascua, verdadero centro vital para Paco, sacerdote y hombre, “la Pascua hay que vivirla” era su lema. Es su espiritualidad con la que coinciden, coincidimos sus amigos. La fiesta de la Pascua. Su aniversario de ordenación siempre fue la Pascua.
Y los sábados en la mañana, el Hospital de Guaiparo ha sido durante años capellán y con él ha crecido el grupo de personas que trabajan en el apostolado de los enfermos. A lo largo de los últimos años el corazón iba aguantando, resistiendo y quejándose.
En los últimos tiempos, cuando se acercaba al chequeo médico, le advirtieron que andaba perdiendo peso. Estaba nervioso, en Febrero de 1998 tiene una recaída y es necesario ponerle un marcapasos. Se encontraba solo en la casa cuando sufrió un mareo. Parece ser que estuvo caído en tierra, perdió el conocimiento casi una hora. Después de los primeros días de reposo se encuentra en Caracas con su médico, Dr. Sanabria. El marcapasos es una ayuda pero las heridas de este corazón cansado van aumentando. A partir de estos momentos se acentúa la tensión: entre el querer –fuerte voluntarismo- y el no poder físicamente.
El P. Francisco no dormía ni estaba descansando bien en la noche, cada día comía menos. Era llamativa su flacura, se les transparentaban los huesos.
Como Vicario General de la diócesis había firmado la compra de unos terrenos en el Campo Santo de Jardines del Orinoco, en Pto. Ordaz. Y a un compañero le había dicho que sería él quien estrenara esos terrenos. Y así fue.
El martes 5 de Octubre, a las 6.30 a.m. el P. Francisco salía de su habitación con un edema pulmonar. Se ahogaba. Apenas si podía respirar. Me pidió que llamara a la Dra. Loris Seaton, su cardióloga de confianza en Guayana Llamé también a la Hna Rosita y en menos de media hora estábamos en la clínica. Nos pareció interminable el camino. El P. Francisco se iba ahogando y pedía que llegáramos rápido. A media mañana, dada su gravedad, le administré el Sacramento de la Unción de los enfermos y en oración la recomendación del alma. Al mediodía entró en terapia intensiva. El padre se encontraba en estado crítico. 20 años estaba resistiendo su corazón, desde aquel infarto del 15 de Octubre de 1979. Los días y las noches de terapia intensiva nos hicieron conocer un poco más al P. Francisco. Un gentío pasaba por la clínica, preguntando por el sacerdote herido y confesando su respeto y afecto.
Murió en silencio el sábado 9 de Octubre, a eso de la una de la tarde, escuchando a su favorito, Vivaldi. Entregó su espíritu y desde entonces es nuestro intercesor ante el Dios de la Vida.. La celebración del entierro fue una Pascua. Prácticamente todos los sacerdotes de la diócesis, un buen grupo de operarios, el Sr. Arzobispo de Ciudad Bolívar, Medardo Luzardo, y Monseñor Ubaldo Santana, obispo de la diócesis que presidió las exequias, las religiosas, movimientos apostólicos, y mucha, muchísisma gente. La muerte del P. Francisco convocó a toda la iglesia diocesana, con la que tan identificado se sentía.
Fue sembrado en esta misma tierra guayanesa el domingo día 10 de Octubre, a las 3 p.m. Al finalizar los rezos, todo ese campo santo se sintió invadido por esa paz de eternidad. La puesta del sol de aquella tarde del domingo 10 de Octubre de 1999 fue inolvidable. Pasaba el tiempo y la gente se quedaba allá. Nadie se movía. Unos jóvenes, del grupo de la parroquia entonaron el “Buena Madre” que tanto le gustaba a Paco. Fue la señal para el inicio de una nueva relación: ahora el camino y el medio es la oración y la esperanza, la fe en la vida que no perece. Francisco ha comenzado a vivir su Pascua eterna, la Pascua solemne de la eternidad.
Que Dios le conceda el descanso eterno, desde la fe en la Resurrección.
Matías Camuñas
Sacerdote Operario
Octubre 2009
Esta reseña fue escrita en Octubre de 1999. Hoy la vuelvo a escribir porque muchos de nuestros muchachos ya no conocen al P. Francisco. Son 10 años los que estamos celebrando de su Pascua. La escuela de catequesis de la diócesis lleva su nombre. Y es importante que los jóvenes catequistas, los seminaristas conozcan a este sacerdote que dio la vida por esta iglesia de Guayana.