viernes, 4 de julio de 2008

SÚPER HOMBRE NO, DIOS Y HOMBRE SÍ

A pesar de los avances que, poco a poco, hemos dado en Venezuela, todavía se sigue palpando la polarización, aunque esto no es lo grave; lo grave es el empeño sistemático del Ejecutivo para dividir a nuestro pueblo. Hasta cierto punto, ha logrado su objetivo en algunos estamentos, pero en otros, va a tener que nacer de nuevo y comenzar de cero. Me refiero específicamente a la Iglesia. Él trata de ponerla a sus pies, pero se ha encontrado, gracias a Dios, con una Iglesia cada día más identificada con su ministerio profético y anunciador del Evangelio. Es de recordar que la base de nuestra Iglesia es y será Jesucristo, Dios y hombre verdadero.


Queriendo o sin querer, me atrevo a decir que cuando el Presidente de la República afirma que Jesús, el Señor, es un súper hombre, dejando de lado la doble identidad de Jesucristo, comete una herejía, pues, el presidente insiste en llamarlo súper hombre, desconociendo prácticamente la divinidad de Jesús. Catalogo al súper hombre del que habla Chávez como una herejía, ya que apunta directamente a posición que antiguamente mantenían personas por estar en contra de la Iglesia, la diferencia actual no es mucha que digamos. Además, bien sabemos que el Presidente de la República seguirá en su idea de perpetuarse en el poder a costa de lo que sea, incluso llevar a cabo, avalar o simplemente presidir la locura de una iglesia, ¡y qué! Reformada. Aunque esto será para otra reflexión, prefiero seguir con el título de la presente.


Afirmar categóricamente que Jesucristo es un súper hombre me huele a Arrio, sacerdote de Alejandría que negó la divinidad de Cristo y no sólo provocó una crisis, sino que su herejía fue condenada por los concilios de Nicea (325) y Constantinopla (381). También me huele al filósofo alemán Nietzshe, quien en sus estudios y ensayos plasmó la idea del súper hombre. Un súper hombre que está por encima de los demás hombres y que no necesita a Dios para nada, es más, Dios se convierte en un estorbo, en un obstáculo para los propósitos del súper hombre según el filósofo. El mismo Nietzshe planteó en sus distintos escritos que el súper hombre tenía que liberarse de todo valor moral y religioso. Es decir, lo importante es lo que el súper hombre persigue como ser supremo y autosuficiente, sin tener en cuenta al prójimo, los valores, la fe, ¿y Dios?, según lo planteado, Dios también queda por fuera.


Ciertamente, Cristo no necesita que yo lo defienda, más bien yo necesito de su defensa sempiterna y de su gracia para seguir poniendo en práctica los dones que me ha confiado. Sin embargo, la intención de la presente es un llamado a la reflexión de las personas que colaboran con los disparates en la fe del Presidente de la República y a los que queriendo o sin querer avalan al súper hombre del que habla el mismo Presidente. Perder o cambiar la fe en Jesucristo por un proyecto unipersonal llevado a cabo por el Ejecutivo, es no saber lo que hemos profesado y aunque resulte duro, implica que no somos dignos de lo que creemos en Cristo.


Por ello recuerdo, Jesucristo, no es un súper hombre, Dios y hombre verdadero sí. Hijo de Dios y hermano nuestro, ningún súper hombre puede hacernos hijos de Dios. Además, no hacen falta súper hombres, sino hombres nuevos como dice San Pablo. Hace falta que nos revistamos del hombre nuevo como dice el apóstol, a imagen de nuestro Creador.


Cuenta una historia que no está plasmada en libros, la cual dice que una persona queriendo saber de Dios, encontró en su camino una tabla con una inscripción que decía: “Dios ha muerto”, firma: Nietzshe. A partir de ese momento la persona intrigada por la inscripción comenzó a buscar a Nietzshe, quería saber quién era él. A los pocos años por el mismo sitio donde anduvo hace un tiempo atrás encontró otra tabla que decía en su interior: “Nietzshe ha muerto”, firma: Dios.

Estimado lector, la moraleja de esto último, es que al final, debemos quedarnos con Dios aunque intenten matarlo y se convierta en estorbo.
Como dicen los viejos en el llano: “Dios es Dios, lo demás es cuento de camino” Para los que creen y no en Dios, sólo me queda decirles: Dios los bendiga.

Padre Gerardo Moreno

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