jueves, 27 de noviembre de 2008

RAMÓN VILORIA, PADRE DEL OBISPO DE PUERTO CABELLO

Fallece Ramón Viloria uno de los fundadores del Consejo Nacional de Laicos de Venezuela

Tan virtuoso es su testimonio de vida en Cristo, que “deja una ancha estela de bien que sólo Dios puede medir”, destacó el sacerdote operario Carlos Vitolo

Ramón Antonio Pérez
Caracas, 20 de octubre de 2008. El movimiento de cursillos de cristiandad y en general los laicos católicos de Venezuela han recibido un fuerte golpe. El pasado 15 de noviembre del corriente año, Ramón Viloria, uno de los cristianos con mayor compromiso dentro y fuera la Iglesia Católica y considerado entre los promotores del Consejo Nacional de Laicos de Venezuela, entregó su vida al Padre Celestial.

Un mensaje del sacerdote operario Carlos Vitolo, en correo remitido al Movimiento de Cursillos de Cristiandad y otras organizaciones laicas, confirmaba esta triste noticia. “Después de una dolorosa enfermedad, ofrecida en oblación a Dios por tantas intenciones de bien, especialmente por el MCC, se ha entregado a las manos amorosas de Dios”, escribe el padre Vitolo.

El “hermano Viloria”, como también se le conocía, era el padre de Monseñor Ramón Viloria Pinzón, actual Obispo de Puerto Cabello y secretario de la Conferencia Episcopal Venezolana.

Los cortos intercambios que sostuvo el redactor con este servidor de Cristo, descubrieron lo compacto que puede llegar a ser un hombre cuando practica de manera profunda su fe en Dios. En sus conversaciones mostraba el temple espiritual fraguado en la oración, en la Palabra de Dios y en la comunión diaria. Esas fortaleza todos los cristianos la deberían fomentar.

Promotor de los CODILAI
El primer encuentro con Ramón Viloria, se produjo por allá en 1998, cuando junto a otros miembros del Consejo Nacional de Laicos de Venezuela, llegó a Guarenas para dictar un Taller de “Empresas Apostólicas”. La finalidad era que en esa nueva Iglesia Particular nacida en el eje mirandino Guarenas – Guatire - Barlovento, se conformara la primera junta directiva del Consejo Diocesano de Laicos.

Es de grata memoria su activa participación en el VI Congreso Nacional de Laicos, que se efectuó del 9 al 21 de febrero en la sede de la Universidad de los Trabajadores de América Latina –UTAL- en San Antonio de los Altos, estado Miranda. En ese encuentro Viloria estuvo en casi todas las mesas de trabajo las cuales dieron lugar a seis distintas comisiones, dejando constancia con sus propuestas de lo avanzado que estaba en su compromiso cristiano. No en balde, el mismo Consejo Nacional de Laicos, catalogó el encuentro como “un momento de gracia para el laicado venezolano”.

Estuvo en la Asamblea General de Laicos en la Villa Mosén Sol, en Caracas, entre el 26 al 28 de enero de 2007, cuando se eligió la actual Junta Directiva del CNL Venezuela. Allí se le reconoció su autoridad para hablar de los inicios de este organismo, cuando se gestó el CNL con impulso de la Conferencia Episcopal Venezolana. Algunas de sus intervenciones en ese encuentro giraron en torno a las responsabilidades que han de tener los laicos en función de fortalecer esta estructura del laicado católico venezolano.

Padre ejemplar
Uno de sus temas preferidos para hablar era la familia, la cual formó junto a su esposa Ligia Pinzón de Viloria. Siempre destacó la importancia del grupo familiar para la sociedad en general y para la población venezolana en particular. Explicaba con vehemencia cómo en este núcleo básico de la sociedad es donde se fomenta la primera vinculación de los hombres con Dios en lo espiritual y con sus semejantes en lo social.

Poco a poco el desgaste físico se fue haciendo presente en Ramón Viloria. Las oraciones de quienes le conocieron, aunque lo fortalecían espiritualmente, no pudieron doblegar los quebrantos de su cuerpo. Ese desgaste de la salud le fue sacando de los encuentros laicales, pero se refugiaba mucho más en Dios.

Con la muerte de Ramón Viloria queda un vacio pero también un digno ejemplo a seguir para los católicos venezolanos de la época actual; y sin mezquindades, es fácil catalogar su transitar terreno como un fiel innovador dentro de la Iglesia.

Tan virtuoso es su testimonio de vida en Cristo, que “deja una ancha estela de bien que sólo Dios puede medir”. Por este laico venezolano “sean dadas las gracias a Dios”; porque, “morir en el amor del Señor es lanzarse a la vida para siempre”, según destacó el padre Carlos Vitolo.

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