lunes, 29 de diciembre de 2008

Obispo de Ciudad Guayana preocupado por la violencia

Correo del Caroní

lunes, 29 de diciembre de 2008
Marcos David Valverde

“Quien considere que la Iglesia no se ha pronunciado en relación con la violencia, no está al tanto de las cosas. Hay varios ejemplos, y uno de ellos fue el secuestro de Vicky (María Victoria Abelli, raptada en septiembre de 2008), cuando hicimos misas en varias partes y se predicó la necesidad de convivir como hermanos”.

De ese modo, Mariano Parra Sandoval, Obispo de Ciudad Guayana, responde a todos aquellos que han criticado el papel de la institución que representa durante el año que concluye en relación con la violencia.

2008 representó para Ciudad Guayana un aumento en los índices de secuestros, homicidios y asesinatos. Para Parra Sandoval, la razón está muy clara: la pérdida de los valores dentro de la familia y el deterioro en la educación.

Además de ello la Iglesia Católica tiene, cómo no, un rol importantísimo que está expresado en la prédica constante de la necesidad de retomar esos valores y por el amor al prójimo. No hay más opciones según el criterio del monseñor.

Cristo como ejemplo
Para Mariano Parra Sandoval, la búsqueda de la paz dentro de Ciudad Guayana, Venezuela y el mundo debe estar enfocada siempre en el mensaje de Jesucristo: amarse entre unos y otros.

Muchos opinan que la Iglesia no puede dar acciones concretas contra la violencia. ¿Cómo rebatir esa idea?
Contra la violencia nosotros nos hemos pronunciado en varias oportunidades. Creo que la mayoría de los venezolanos somos cristianos, y todo el que cree en Cristo es una persona que debe luchar por la paz, la justicia y la concordia. Es necesario seguir el mandamiento que Dios nos dejó: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado”.

¿Cómo hacer para combatir el problema de la violencia en Venezuela?
Es que el problema no es sólo de Venezuela, sino del mundo entero, y empieza en la familia. También tiene mucho que ver con la pérdida de las tradiciones ¿Qué están jugando los niños de ahora? ¿Juegos tradicionales? No, lo que están viendo los niños de hoy son los juegos informáticos donde, para pasar de un nivel a otro, tienes que destruir al enemigo. Los niños están manejando armas de fuego. Virtuales, pero las están manejando.

Trabajo desde las cárceles
¿No cree que los cuerpos policiales son una parte del problema de violencia?
Claro, y no es sólo mejorar la Policía, sino todos los cuerpos de justicia. Si no hay independencia y honestidad en el sistema jurídico, y no se juzga cuando se debe juzgar, no se puede poner fin al problema. Los policías deben profesionalizarse, pasar por una academia. También es necesario transmitir valores a los policías.

¿Y con las cárceles?
El sistema carcelario es un desastre total. Los presos lo que hacen es estar en un ocio total, en medio de la pereza y de una gran cantidad de vicios. Se la pasan bebiendo y jugando. Lo que se necesita es inculcar una cultura verdadera de rehabilitación en las cárceles, no sólo tenerlos encerrados en medio de ese ocio.

Situación de alerta
No son pocos los que han criticado la posición de la Iglesia en frente del uso de preservativos. El tema siempre ha estado presente como punto de debate, y era imposible dejar pasar la oportunidad para preguntar al representante de la Iglesia en Guayana su opinión al respecto.

La Iglesia sigue manteniendo un papel de desaprobación ante el uso del preservativo y aboga por el sexo responsable dentro del matrimonio ¿No es eso imposible dentro de una sociedad como la nuestra?

Imposible no es: en Estados Unidos y en Europa se está reivindicando una verdadera educación sexual que lleva el matrimonio con mayor madurez. Esos movimientos son aupados por los propios jóvenes, y si en esos países tan cosmopolitas es posible, es posible en todas partes.

¿Y el uso del condón?
He leído en estudios científicos muy serios que el preservativo no es 100 por ciento seguro. Lo único seguro es que exista una buena educación sexual, que se sepa que la vida sexual y genital es propia del ser humano, y que para tenerla se necesita conocimiento. Estar utilizando los condones para eso es como decir que vamos a resolver el problema de la violencia con chalecos antibala. No podemos tomar la genitalidad como si fuéramos animales. Es hora de entender que no vamos a morir ni a dejar de ser felices por ser fieles.

En este orden de ideas, ha sido de mucha crítica las opiniones de la institución hacia la homosexualidad ¿Siguen existiendo las mismas ideas al respecto?

En primer lugar, Dios nos creó hombre y mujer. Dios nos hizo para procrear. En segundo, la Iglesia nunca ha estado en contra de los homosexuales. No los persigue ni los condena. Tenemos que tratarlos como seres humanos, con dignidad. Se ha determinado que los homosexuales se hacen, no nacen así. Es una enfermedad, un desorden de orden psicológico que puede ser corregido. La Iglesia no condena la homosexualidad, sino el acto biológico entre homosexuales.

Es decir, que si un joven homosexual desea ser sacerdote, ¿puede hacerlo?
Siempre se evalúa. La Iglesia está clara en ese aspecto. ¿En qué gremio no hay homosexuales? Nosotros podemos aceptarlo, si vemos que el muchacho es tratado antes de entrar al seminario, es posible aceptarlo.

Contra la enmienda
El obispo de Ciudad Guayana, Mariano Parra Sandoval, es enfático a la hora de señalar la posición de la Iglesia en relación con el tema del artículo 230 de la Constitución, referida al período presidencial.

“El Presidente tiene ya 10 años. ¿En 10 años ha sido capaz de cambiar algo? ¿Se ha visto que hay empleos, viviendas y hospitales suficientes? Que cada quien vea y considere o no si es necesario que el Presidente sea reelecto”.

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