CORREO DEL CARONÍ
El trabajo no sólo dignifica en el Centro de Capacitación Laboral “Don Bosco”, sino que forma hombres y mujeres con los valores necesarios para afrontar el cuesta arriba mundo de las relaciones laborales en Guayana. 200 jóvenes han tomado la mano de los salesianos para apostar al trabajo y a la vida en Guayana.
Clavel A. Rangel Jiménez
La deserción escolar es el talón de Aquiles del sistema educativo en Venezuela. Las causas son múltiples: un núcleo familiar desintegrado, situación de calle y un entorno que cada día obliga a los más pequeños a dedicarse a trabajar antes que estudiar.
Esfuerzos por la escolarización de los jóvenes se están dando en el país, con aportes medianos pero sobre todo con el entusiasmo de ciudadanos comprometidos con la juventud.
El Centro de Capacitación Inicial “Don Bosco” forma parte de esa mayoría que en el país trabaja con las uñas, forma parte de esa red que trabaja por aligerar las cargas que el Estado no puede soportar, como lo es el batallón de jóvenes que no cuenta con la educación ni capacitación para insertarse al mundo laboral.
En la avenida 45 de San Félix esta experiencia ha dado pasos significativos. Este proyecto confiado a los Salesianos de Venezuela ha sacado adelante 13 generaciones que han logrado insertarse a la dinámica productiva, con un acompañamiento humanista-cristiano y con los conocimientos necesarios para afrontar el cuesta arriba universo de las relaciones laborales.
Detrás de las puertas del Centro Don Bosco hay un espacio en el que los jóvenes aprenden conocimientos prácticos que van desde la asistencia administrativa, diseño de muebles, mecánica industrial, mecánica automotriz, electricidad, refrigeración, auxiliar de educación inicial hasta secretariado básico y comercial.
Pero este proyecto no escapa de los problemas de deserción escolar. La participación en el centro comenzó en el 2008 con 330 jóvenes y ya a comienzos de 2009 más del 50% de los muchachos han renunciado al programa.
El sacerdote salesiano Manuel Neto explicó que muchos que comienzan tienen la urgencia de trabajar, puesto que la carga familiar los obliga a asumir compromisos desde temprana edad.
Esa realidad está siempre presente, a juicio de Neto. En vista de ello el programa está en la búsqueda de soluciones prácticas que garanticen la inserción del participante durante todo el programa, parte de ello es conseguir empresas que estén dispuestas a emplear a jóvenes que dedicarán medio tiempo a los estudios.
Muchos de los jóvenes que participan, de no tener esas oportunidades, serían parte del complicado entramado social de las bandas delictivas en la ciudad. El crecimiento de la región cada día crea espacios que son caldo de cultivo para la profesionalización de delincuentes.
Urgencias El centro de capacitación funciona con el subsidio que presta el Estado, que se hace insuficiente para sostener iniciativas como éstas. Adicional a estos aportes, las instituciones hacen magia para conseguir los recursos que garanticen la sustentabilidad del proyecto.
Mediante la Gobernación del estado Bolívar el centro puede brindar alimentación a 200 muchachos diariamente, en lo que se refiere a almuerzo. Pero a juicio de Neto, hay cientos de oportunidades donde los ciudadanos y las empresas pueden colaborar para fortalecer el programa.
Y cuando el sacerdote se refiere a ciertas opciones lo dice casi literal. En el área automotriz, por ejemplo, los muchachos están trabajando con insumos que le dan las chiveras pero la idea es que estos motores puedan ser arreglados y vendidos.
Además de piezas automotrices, los jóvenes necesitan de equipos de computación, teléfonos que puedan ser arreglados, máquinas de escribir, talleres en el área de mecánica, visitas a empresas, foros y todo el intercambio que una región industrial pueda dar a una generación en formación.
Sin internet Uno de los proyectos más urgentes es la actualización de los laboratorios de computación, para lo que se requiere el acceso a internet, no disponible en la zona.
“Necesitamos actualizar nuestras computadoras pero además de eso cualquier tipo de visitas técnicas, charlas de formación en el área sindical, electrónica, mecánica”.
Agregó que los equipos que se desincorporan en las empresas pueden ser reutilizados por los integrantes de Don Bosco para las prácticas en los laboratorios. “Nos gusta que nos visiten”, comenta.
Carmen Castro es una de las chicas que inició su paso por el centro de capacitación en el área de secretariado comercial, sus inquietudes en el centro se potenciaron tanto que logró ingresar a una carrera universitaria a los 20 años.
Actualmente Centro Ecuación Cal (Cecal) en conjunto con AVEC están trabajando en la formación de jóvenes, pero el trabajo desarticulado con el Estado crea mayores obstáculos para lograr que los objetivos de los muchachos y las instituciones sean alcanzados.
Participe con Don Bosco
Hay múltiples maneras de colaborar con el proyecto. Se necesitan libros técnicos, visitas, guías, recursos para terminar la capilla, material que pueda ser usado por los participantes, como máquinas de escribir; aportes para la actualización de las computadoras, así como colaboración de las empresas para crear convenios de trabajo.
Según Manuel Neto, coordinador del programa en la región, el principal conocimiento que reciben los muchachos es el fortalecimiento de la honestidad, el valor del trabajo, la hermandad y la formación cristiana.
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