55 AÑOS DE SERVICIO
El martes 13 de enero pasado falleció en Puerto Ordaz (Edo. Bolívar) a los 87 años de edad, Monseñor Santiago Ollaquindia, amado y respetado sacerdote de la diócesis de Ciudad Guayana. Nos encontramos delante de un sacerdote de la talla de Mons. Francisco Javier Zabaleta o del Padre Francisco Alfaraz, compatriotas suyos e insignes sembradores de la fe en tierras guayanesas.
El P. Ollaquindia nació el 25 de julio de 1921 en la provincia de Tarragona-Cataluña (España) pero desde los cuatro años vivió y creció con sus padres en Pamplona, capital de Navarra. Por esa razón solía decir que era navarro. Fue uno de los millares de misioneros y misioneras que, en la segunda mitad del siglo XX, dejaron su lar nativo para regar por el mundo entero la semilla del Reino de Dios, a imitación de su paisano San Francisco Javier.
Fruto bendito de una familia de fuerte raigambre cristiana, fue el único de seis hermanos que consagró su vida a Dios. Primero monaguillo, luego miembro de la Congregación mariana y finalmente, a los 17 años, postulante de la Compañía de Jesús. Sus superiores deciden enviarlo en 1939 a Venezuela, para iniciar el noviciado. Tras concluirlo, parte en 1941 a Bogotá a estudiar Letras y Filosofía en la Universidad Javeriana. En 1951 hace su profesión solemne y regresa a España para concluir sus estudios teológicos en la Universidad de Oña. El 30 de julio de 1954 recibe la ordenación sacerdotal en la basílica de S. Ignacio de Loyola y en 1957 regresa a Venezuela e inicia actividades como profesor en los colegios S. José de Mérida, S. Ignacio de Caracas, Gonzaga de Maracaibo.
En noviembre de 1966 sus superiores lo destinan al recién fundado Colegio Loyola-Gumilla en Ciudad Guayana, donde asumió las cátedras de castellano y Literatura, historia del arte y filosofía. Eran los años del prodigioso desarrollo de un nuevo emporio industrial en el abrazo fluvial de los dos mayores ríos de Venezuela: el Caroní y el Orinoco. En 1975 comenzó a dictar clases en la Universidad Nacional Experimental Politécnica (Unexpo). Intervino en la creación de la Universidad Nacional Experimental de Guayana, (UNEG), llegando a ocupar, en esa casa de estudios, el cargo de Vicerrector Académico.
En 1983 tomó la decisión de dejar la Compañía de Jesús y de incardinarse en la recién creada diócesis de Ciudad Guayana y es nombrado párroco de la Parroquia Nuestra Señora de Coromoto, cargo en el que se mantuvo hasta su muerte. Para atender mejor su extensa feligresía promueve la creación de la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe.
Gozó siempre de la confianza y del aprecio de sus obispos y de sus hermanos sacerdotes. Fue llamado por sus pastores a ocupar los cargos de mayor responsabilidad diocesana. Fue miembro del Consejo Presbiteral y del Colegio de Consultores. Tuve la dicha y el privilegio de tenerlo a lado mío como Vicario General, después del fallecimiento del Padre Francisco Alfaraz, desde el 11 de noviembre del 99 hasta mi traslado a Maracaibo. Posteriormente fue distinguido con un título prelaticio.
En el ocaso de su vida pudo contemplar también la reconstrucción del conjunto parroquial con el apoyo y la iniciativa de un sólido grupo de feligreses que se formaron bajo su conducción pastoral y lo acompañaron amorosamente hasta el final.
"Deseo terminar mi vida de tal manera que alcance el objetivo final de todo sacerdote, que es morir dentro de mi fe y alcanzar la vida eterna", fueron sus palabras cuando celebró en el 2004 sus bodas de oro sacerdotales. Que el Señor premie con la gloria su vida y su servicio.
+ Ubaldo R. Santana Sequera
Arzobispo de la Arquidiócesis de Maracaibo
Artículo publicado en La Grey Zuliana
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