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ROMA, viernes, 21 marzo 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI presentó este Viernes Santo a Jesús como la respuesta a la sed de infinito de todo corazón humano, al recorrer su camino hacia la cruz, el Vía Crucis, en el Coliseo de Roma.
Dirigiéndose a las decenas de miles de peregrinos, que tuvieron que afrontar un inesperado frío y la fuerte lluvia, al final del ejercicio de piedad, reconoció: «Muchos, también en nuestra época, no conocen a Dios y no pueden encontrarlo en el Cristo crucificado».
«Muchos están en búsqueda de un amor o de una libertad que excluya a Dios. Muchos creen que no tienen necesidad de Dios», siguió diciendo.
Cristo, aseguró, ofrece «la paz que buscamos, la alegría que anhelamos, el amor que llene nuestro corazón sediento de infinito».
El obispo de Roma invitó a dejar que Cristo «ponga en crisis nuestras certezas humanas. Abrámosle el corazón. Jesús es la verdad que nos hace libres para amar».
«No tengamos miedo --insistió--: al morir, el Señor destruyó el pecado y salvó a los pecadores, es decir, a todos nosotros».
Las meditaciones y oraciones, confiadas en esta ocasión por el Santo Padre al cardenal Joseph Zen Ze-kiun, S.D.B., obispo de Hong Kong, permitieron tocar los corazones de los presentes con la situación de los «mártires vivientes», los cristianos perseguidos en todo el mundo.
«Probablemente ellos, más que nosotros hoy, han vivido en su cuerpo la Pasión de Jesús. En su carne Jesús ha sido de nuevo arrestado, calumniado, torturado, escarnecido, arrastrado, aplastado bajo el peso de la cruz y clavado en aquel madero como un criminal», explica en la introducción el purpurado chino.
En las imágenes de cada una de las catorce estaciones que aparecían en el libro que se entregó a los peregrinos y que presentaron los canales de televisión de todos los continentes, Jesús aparece con rasgos orientales, así como el resto de los personajes del Evangelio.
Una joven china entregó en la duodécima estación la cruz al Papa, quien siguió el Via Cucis desde el Monte Palatino.
Anteriormente, habían cargado con la cruz hermanos franciscanos de la Custodia de Tierra Santa, una minusválida en silla de ruedas, una familia de Roma, una religiosa de Burkina Faso y el cardenal Camillo Ruini, vicario del Papa para la diócesis de Roma
Benedicto XVI concluyó el encuentro leyendo una propia meditación en la que muestra cómo «a través del camino doloroso de la cruz, los hombres de todas las épocas, reconciliados y redimidos por la sangre de Cristo, se han convertido en amigos de Dios, hijos del Padre celestial».
«"Amigo", llama a cada uno de nosotros, porque es auténtico amigo de todos nosotros. Por desgracia, no siempre logramos percibir la profundidad de este amor sin fronteras que Dios nos tiene», deploró.
« Para Él no hay diferencia de raza y cultura --dijo--. Jesucristo murió para liberar a la antigua humanidad de la ignorancia de Dios, del círculo de odio y violencia, de la esclavitud del pecado. La Cruz nos hace hermanos y hermanas».
Benedicto XVI presidirá en la noche de este sábado, a partir de las 21.00 horas, la Vigilia Pascual en la que la Iglesia revive la resurrección de Cristo.
Este domingo, a las 10.30 horas, celebrará la misa en la plaza de San Pedro del Vaticano. Después, a mediodía, desde el balcón central de la basílica pronunciará el mensaje de felicitación por la Pascua, e impartirá la bendición «Urbi et Orbi».
Por Jesús Colina
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