domingo, 9 de marzo de 2008

ENTREVISTA

Nancy de Chang se autodenomina un soldado de Cristo


domingo, 09 de marzo de 2008

Es catequista y vive en el Caimito, sirviendo en su obra cristiana en la parroquia San Pedro y San Pablo
Entrevista realizada y publicada por:

Yuri Hatziageldis
Fotos: César Pérez



DIARIO DE GUAYANA

“Son muchos los llamados, pero pocos los escogidos”, reza la sentencia bíblica; por tal motivo, no es el catequista, quien escoge a Dios, sino Dios quien los escoge a ellos. Nancy de Chang, es un ejemplo de ello, es catequista y vive en el Caimito, sirviendo en su obra cristiana en la parroquia San Pedro y San Pablo. Se autodenomina un soldado de Cristo, ya que no tiene miedo de los retos para seguir a El Señor. Su labor social es a través de la catequesis. Armada con su Biblia y su manual de catequista, acudió a la entrevista en compañía de su esposo, quien es su colaborador inmediato en esta labor cristiana. Según la definición que dejó el Papa Juan XXIII, en el II Congreso Catequístico que se celebró en Venecia el 22 de abril de 1961, la catequesis es una enseñanza ordenada y sistemática de la doctrina cristiana revelada por Dios y transmitida por la Iglesia Católica.

-¿Quién es un catequista?
-Es un soldado de Cristo, es una persona de los tantos llamados, pero pocos escogidos, pero sobre todo un humilde servidor del Señor, porque el amor de Cristo, aunque inmensamente grande, se tiene que llevar con humildad, porque la arrogancia no va con Él.


-¿Usted tiene cuántos años sirviendo como catequista?
- Cumplí 12 años. Comencé en la parroquia Sagrada Familia, que fue la parroquia piloto. Dado que sectores como Caimito, Curagua, El Guamo, Sierra Parima, las Lomas y Caujaro, no tenían una parroquia conformada, de modo que la Sagrada Familia era nuestra guía.
Recuerda que antes de que la parroquia se llamara San Pedro y San Pablo, pasaron muchos sacerdotes salvadoreños, guatemaltecos, brasileros, mexicanos, hasta que llegó el padre Carlos Devera, de Upata, designado párroco por nuestro obispo en la parroquia.


-¿Cómo llegó usted a ser catequista?
- Mercedes López es la persona que tiene la culpa de que yo aparezca en este caminar de Cristo. Ella sirvió de instrumento para que yo hoy en día, yo fuera a mi vez un instrumento para la gloria de Dios. A mí faltaba el sacramento de la confirmación y ella me invitó junto al padre Cliden, a que ingresará en un grupo, ya que nunca era tarde para hacer mi sacramento. Luego, me dijo: “ahora tienes que trabajar por la Iglesia, mira que Jesús necesita muchos trabajadores. Si quieres ser una buena catequista tienes que caminar y aprender sobre la marcha”.
Refiere que tenía dudas, porque “eso era como mucho para ella”. Luego, llegaron las invitaciones de retiros, de agrupaciones para la preparación y “de verdad que nunca tuve miedo”, dice.
Con el tiempo, se fue preparando aún más para impartir la palabra de Dios con más sentido, realismo y convicción, “porque para esto hay que estar convencido”.
La Diócesis de Ciudad Guayana extiende por primera vez una invitación para la escuela de los ministerios eclesiales, empieza luego a estudiar Teología por tres años, en la escuela María Auxiliadora en San Félix. Ella escogió catequesis, disciplina que se le hizo más fácil al estudiar los conocimientos de Dios, (Teología).
La catequesis es una técnica para enseñar a los jóvenes, niños, adultos y ancianos de una manera ordenada y sistemática, la doctrina de Dios. Entendiendo que todo conocimiento debe pasar por etapas y tiene niveles y grados de dificultad.
Un catequista tiene una gran responsabilidad en sus manos, al procurar enseñanza adecuada y oportuna, de la que depende la fe del creyente. Por eso al comienzo, habla sobre el ser, la razón de la existencia de los seres humanos, por qué estamos aquí, entrando de lleno en el terreno de la antropología.
Dice que el catequista debe saber y entender que la catequesis es “Cristocentrista”, por lo que el catequista debe estar bien preparado para decirle al niño y al joven quien es Jesucristo.

-¿Cómo debe ser un catequista?
-Para llegar a ser un buen catequista tengo que tener unas condiciones especiales: primero, el catequista debe conocer y amar a Jesucristo. Segundo, dar testimonio de vida cristiana, tercero, tener el carisma de la catequesis, cuarto, conocer bien la doctrina cristiana, y saber enseñar la vida cristiana. El catequista debe prepararse para cumplir bien su labor, porque nadie da lo que no tiene.
Cuenta que trabajaba todo el día, por 18 años, como asistente en un laboratorio de un centro clínico, pero acudía los domingos a la iglesia y hacia retiros los fines de semana. Ahora está retirada de este trabajo. Asegura que todavía sigue profundizando en la palabra, formándose en los caminos del Señor.
Dice que un catequista tiene que estar diariamente hablando con Jesús y leyendo el Evangelio, porque sólo ellos, dan la sabiduría y la energía.
“Nosotros trabajamos como tal en la faena de la catequesis los fines de semana”, dice. La catequesis ha evolucionado, dice, es decir, no se ha quedado estática en el tiempo, se lleva a las escuelas, a las casas, dependiendo de la urgencia pastoral que pueda tener una comunidad.
Las clases duran 18 meses. Se trabaja por etapas, en la primera asisten niños de 8 a 10 años, la segunda etapa, niños de 10 a 13 años, que se preparan para la primera comunión, en la tercera etapa, adolescentes que no tiene edad suficiente para hacer la confirmación. Dentro de ese itinerario en que trabaja la catequesis, hoy en día, sobre todo en Venezuela, que está dando mucho que hablar, porque todavía algunas regiones no están de acuerdo con este itinerario, implementado por la Diócesis, que también trabaja con una etapa especial, que se llama iniciación cristiana para el adulto, donde asisten jóvenes mayores de 14 años, sin ningún tipo de sacramentos, como bautizo, comunión y confirmación.
La señora Nancy de Chang enseña a jóvenes de 14 años hasta adultos de 34 años, en ICA. Una de las satisfacciones de la catequesis, dice, es poder ayudar a jóvenes con problemas familiares y de conducta, que han caído en vicios como las drogas y el alcohol. “Y por haber entrado en ese camino de la catequesis, ellos mejoraron, hoy están graduados de médicos y todavía recuerdan mis enseñanzas de catequista”.
“Yo creo que la catequesis es una de las pastorales más importantes y bellas que tiene la Iglesia Católica a nivel mundial”, afirma.
La parroquia Sagrada Familia, en Unare fue la que ayudó a evangelizar a sectores como el Guamo, Caimito, Caujaro, Sierra Parima, las Acacias, hasta el Core 8, donde ahora se encarga otra parroquia, Corpus Cristo. Los catequistas se iniciaron en esta parroquia bajo la mano del sacerdote Cliden Mendoza, quien fue para Nancy de Chang, “uno de los mejores maestros que ha tenido como catequista”.
Asegura que gracias a Dios, el Espíritu Santo ha difundido su fuerza para animar a 38 catequistas, comprometidos con su labor cristiana, pero con una formación universitaria.
“Fui invitada por la Diócesis de Ciudad Guayana, a través de las hermanas Paulinas, para emprender un nuevo proyecto de un estudio de la Biblia por cinco años, en el colegio Nazareth”. Ya que la doctrina cristiana transmitida por Dios y revelada por la Iglesia no es cualquier cosa, agrega.

Cristianos, católicas y evangélicos
Una de las tareas más dura para un catequista es la evangelización en el seno de su propia familia, por que nadie es un profeta en su tierra, aclara.
Asegura, que hay muchas religiones, pero todas practican lo misma doctrina. “Cada quien dice que su religión es la mejor, pero solo la mía es auténtica, porque viene de la manos del propio Jesús, quien nombró a su primer obispo, Pedro; y los evangélicos no creen en obispos, y ¿quién era Pedro?: fue el primer pilar fundamental de la Iglesia Católica, y era un apóstol. Los discípulos le dijeron a Jesús que habían otras personas sacando demonios y curando enfermos en su nombre, y Jesús respondió que lo dejaran, porque si lo hacían en su nombre, no estaban en contra de Él.

-¿Cuál es la Venezuela ideal que sueña una catequista?
Visión de país
Sueña que la gente en Venezuela haga lo que Dios nos mandó: amarnos los unos a los otros, como Cristo nos ama, que dio su vida por cada uno de los habitantes de la tierra. Quien ama no le hace mal a su prójimo: no engaña, no roba, no mata, no hace pasar pena ni avergüenza a nadie. Seguir el primer mandamiento de la Ley de Dios: amarlo con toda nuestra fuerza, mente, alma y corazón.

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